14. Decisiones que cambian tu vida.

Este es un post muy difícil de escribir para mí, ya que a partir de este momento mi vida cambió y cambió por completo, quiero intentar explicarlo bien para que así podáis entenderme mejor, por que hay muchos sentimientos y no se si seré capaz de poder plasmar todo lo que sentí en este período de tiempo.

Todo tratamiento de fertilidad parece que se haga eterno, ¿No os da esa sensación?

Nos habíamos quedado en el post anterior que conseguí entrar en el Ensayo Clínico en el mes de Enero, pues para poder empezar con la medicación teníamos que esperar a que me viniera la menstruación, que paradoja, llevaba meses sin querer verla, y ahora estaba deseando que hiciera su estelar aparición. La esperábamos para finales de Febrero.

Durante el mes de Febrero no estaba bien, no sabía lo que me pasaba, ya no era yo, estaba triste, sin ánimo, estresada a un nivel increíble… vivía con una sensación de soledad, de esas que  miras a tu alrededor y no te gusta lo que ves, de esas que si miras a quien te rodea, no ves que hagan por ti lo mismo que tu haces por ellos, de esas que si paras y empiezas a plantearte que estas haciendo con tu vida no te gusta lo que se te plantea…. así me encontraba yo, con esa sensación tan desagradable, que no se la deseo ni a mi peor enemigo.

La vida nos lleva, nos arrastra, pero yo conseguí parar mi vida, paré y miré que tenía a mi alrededor, y vi muchas cosas que no me gustaron. Pero no sabía como solucionarlas, no sabía como enfrentarme a ellas.

Así que seguí, seguí adelante con mi vida, con todas esas cosas que me pasaban, con las que yo ya no estaba de acuerdo, me resultaba muy difícil ignorarlas, por que ya me había dado cuenta, que era lo difícil, parar y darte cuenta que tu vida necesita un cambio para que seas feliz.  Lo que yo no sabía, era que pronto iba a poner remedio a muchas de las cosas….mi cabeza se había puesto en marcha sin mi consentimiento….

La menstruación hizo su aparición el 20 de Febrero, por lo que ya podíamos empezar con el nuevo tratamiento, todo era nuevo para mí, ya no hablábamos de inseminaciones, ahora eran palabras mayores, empezábamos con mi primera Fecundación in Vitro (FIV).

Fuimos a la Clínica para empezar con todos los pasos que ahora teníamos que dar, primero fue firmar el consentimiento para poder participar en el Ensayo.

Luego empecé a tomar anticonceptivos como pretratamiento para sincronizar el ciclo menstrual, tenía que estar tomándolos durante quince días y al dejar de tomarlos me vendría la menstruación otra vez y empezariamos con la estimulación ovárica.

Durante esos quince días estaba contenta de ver que ya estaba metida otra vez en el tratamiento de fertilidad, pero mi cabeza seguía dándole vueltas a todo lo que estaba pasando en mi vida, al resto de cosas que vivía, que nada tenían que ver con el tratamiento que acababa de empezar.

Vivía en un estado de estrés que no era normal, la gente que me conocía bien, me decía que algún día me iba a dar algo, que me iba a poner enferma, a lo que yo siempre contestaba «Pero si estoy bien», siempre estaba bien, o eso es lo que yo decía para no preocupar a los demás, pero el cuerpo es sabio y te dice cuando debes parar y a mi me lo dijo de una manera muy brusca.

Llevaba una semana muy mala, por diferentes temas laborales, iban pasando los días y cada día que me acostaba por la noche pensaba, «seguro que mañana será mejor», pero no, cada día me encontraba peor y más estresada, hasta que llego el jueves de esa semana, fue un día horrible, así es como aún lo recuerdo a día de hoy, esos días que crees que nunca se van a acabar, el estrés me salía por las orejas….

Cuando salí del trabajo y me subí al coche, empecé a encontrarme mal, muy mal, no sabía lo que me pasaba, no podía respirar, solo podía llorar y llorar, no controlaba la situación, nunca me había visto en aquella tesitura.

Así que como pude, fui conduciendo hasta el hospital, por que allí trabaja mi hermana, es enfermera, trabaja en urgencias y en aquel momento era la única persona que me podía ayudar.

Aparqué el coche y la llamé por teléfono, le dije lo que me había pasado e inmediatamente salió a por mí.

Le conté como me sentía, lo que estaba viviendo últimamente en mi vida, el motivo de mi estrés, por supuesto todo esto amenizado con mis llantos, no podia dejar de llorar, ella me oyó muy atentamente, creo que para nada esperaba que yo le contará todo lo que aquel día salió por mi boca, es lo que tiene callarte tus problemas y decir siempre que «estas bien» cuando no lo es….

Me cogió por los brazos y me dijo que lo que tenía era un ataque de ansiedad que respirara, que tenía que calmarme. Ella me ayudo a respirar y a tranquilizarme. Ella fue mi salvadora en muchos sentidos.

Cuando estaba ya medio tranquila me dijo las palabras más crudas que nadie nunca me había dicho, y me lo estaba diciendo mi hermana, sí o sí la tenía que escuchar, ella me quiere y quiere mi felicidad.

Me dijo «Por esto no te quedas embarazada, y sino haces algo para cambiarlo nunca te quedarás»

Aquellas palabras me cayeron como un jarro de agua fría, aún recuerdo perfectamente el como y el dónde se produjo nuestra conversación. De las más duras que he tenido en mi vida.

Pero aquella decisión no la podía tomar sola, necesitaba hablarlo con mi pareja.

Cuándo él llego de trabajar nos sentamos a hablar. También se quedó sorprendido, pero no dudo ni por un instante su respuesta, me dijo que lo primero era yo y que no podía seguir viviendo así.

Y tomamos la decision que iba a cambiar mi vida por completo, iba a dejar mi trabajo, me estaba costando la salud, y todo lo que estaba viviendo no ayudaba a mis posibilidades de conseguir el embarazo.

Fue una decision dura, muy dura por que me gustaba mi trabajo, pero aquello era insufrible.

Así que por primera vez en mi vida, pensé en mí, en mi sueño y empecé a cambiar mi vida.

Y como tantas otras veces, mirando al mar me convencí de que había tomado la decisión correcta.

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